domingo, 20 de marzo de 2011

El porvenir de mis sentimientos, y los tuyos.

Son las 21.32, de un largo domingo primaveral. No sé qué tiene ya el ambiente que me hace pensar... pensar con la cabeza o con el corazón. Al salir a la calle, ves que la luz del día es otra, que el sol nos mira con su mejor cara, y nos va a dar sus mejores haces de luz. Al salir a la calle, no veo otra cosa, que verme caminando en esa tarde o mañana tan santa, hacia mi hermandad. Tan solo nos separan unas horas para que el dintel de la puerta, al llegar esa hora, ese minuto y ese segundo, sea un puente entre el cielo y la tierra, entre lo bendito y lo terrenal, entre lo divino y lo humano, entre el alma... y el corazón. Y es que es, ese momento el que hemos esperado tanto, el que hemos soñado, hemos imaginado y preparado en nuestro interior, el que hemos sufrido y el que nos hemos ganado. Una salida apretada, donde los sentimientos se cuelan entre el respiradero y la pared, como si de un mar de pasión se tratará. En silencio, o al soplar de las cornetas, ese mar, con el rugir de sus olas, va arrancando corazones...Y es que es algo distinto lo que podemos sentir, y diferente de lo que nos puedan contar. Morriones, cera, y el refugio de tantos y tantas en su interior, mirando a sus adentros... Una esquinita, una estrechez, una avenida, una callejuela, un portón, o un puente...

 

Un mar de flores que inundan las calles, la bulla de un relevo, el racheo de un crucificado, el izquierdo del Barrio de León, las saetas en Parras, o las petalás en Pureza, La Hiniesta en los callejones, o El Beso de Judas en la Alfalfa, El Silencio Blanco en Francos, El Gran Poder en cualquier lado...

Y es que no sé que tienen esas bambalinas que cuando se mueven y rozan el varal, dándole profusos besos, que emiten ese sonido de ángeles que me hace enloquecer, no puedo ya si no mirarte la cara, y verte esa carita tan morena y gitana que tienes, Reina de Triana.


Y al otro lado esa Reina celestial, con esas lágrimas de cristal, que tantos y tantas Esperanza la llaman, por tu bondad. Armonía, belleza y perfección recogidos en algo que nadie de este mundo ha podido tallar, sin unas manos tan perfectas, que jamás existirán.

Por esos sentimientos que quedan por vivir... Id preparando vuestras ropas, costales, túnicas, medallas, guantes y zapatillas, que ya algo se asoma y tiene ganas de llegar.

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